

DECÁLOGO DE LA BUENA Y EL BUEN JUZGADOR
Por el amor y la justicia del pueblo.
Plataforma JUSTA – Elección Judicial 2025

1. Juzgar con imparcialidad y honestidad.
Emitir resoluciones fundadas en la Constitución, libres de corrupción, favoritismos o intereses personales. La justicia no puede prestarse a la manipulación de poder alguno.

2. Responder con prontitud y responsabilidad.
Resolver en los plazos que marca la ley e informar con transparencia cualquier demora. La justicia tardía también es una forma de injusticia.

3. Actuar con independencia, por y para el pueblo.
Ejercer el cargo sin subordinación a poderes fácticos, redes de corrupción ni pactos de impunidad. Quien juzga debe responder a la ley y a la confianza de la ciudadanía.
4. Mantenerse siempre vinculado a la realidad social.
Escuchar, explicar y compartir resultados. La función judicial no termina con una sentencia; empieza con su comprensión y con su efecto real en la vida de las personas.
5. Proteger prioritariamente a los grupos históricamente vulnerados.
Colocar al centro de las decisiones a quienes más necesitan de la justicia: niñas, niños y adolescentes, mujeres víctimas de violencia, personas con discapacidad, comunidades indígenas, personas LGBTQ+, adultos mayores y todas aquellas personas excluidas del acceso efectivo a sus derechos.

6. Aplicar la ley con justicia y sensibilidad humana.
No basta con cumplir la norma. Quien juzga debe comprender el contexto, garantizar la reparación del daño y contribuir a transformar positivamente la vida de quienes acuden al tribunal.

7. Ejercer el cargo con sobriedad y sentido de servicio público.
Un cargo judicial no otorga privilegios. No representa un poder personal, sino una responsabilidad colectiva. La austeridad es coherencia con la justicia, no castigo.

8. Rendir cuentas de forma constante, sin temor ni evasivas.
Compartir de forma accesible y periódica los alcances de la labor judicial. Lo que se hace en nombre del pueblo debe poder ser conocido y evaluado por el pueblo.

9. Comprometerse activamente contra la infiltración de estructuras criminales o generadores de violencia.
Negarse, en toda circunstancia, a formar parte o favorecer estructuras criminales. La justicia no puede ser refugio para quienes promueven la violencia, la extorsión, la trata de personas, el narcotráfico, entre otros delitos de alto impacto.

10. Recordar que juzgar es un privilegio del pueblo, no del poder.
Las y los juzgadores elegidos no actúan por encima de la sociedad, sino en su nombre. El vínculo moral con el pueblo no termina con la elección, apenas comienza.